¿Quiénes somos realmente y qué sentido tiene todo esto?

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Cómo personas, necesitamos entender el sentido de “La Vida”, por eso hay tantas respuestas como hay de seres humanos, cada uno de nosotros tenemos una forma diferente de interpretarla basada en nuestra experiencia, nuestra educación o  nuestra espiritualidad.

Somos mucho más que todo lo que se ve desde fuera. El neurocientífico Antonio Damasio en su libro “Y El Cerebro Creó Al Hombre”, trata de explicar de una forma sencilla cómo evoluciona el cerebro hasta llegar a ese estado en el que es capaz de reconocerse con una conciencia de sí mismo. También explica la gran interconexión que existe entre nuestro cuerpo y nuestra mente, hasta el punto de influirse tanto mutuamente que nuestros pensamientos, vivencias y emociones van a dejar su impronta en  él.

Tenemos una mente cuya característica más fascinante es su capacidad de elegir, y esto sucede porque es capaz de representar diferentes escenarios al analizar hechos, creando un holograma en el que, incluso, sin ser real, el cerebro vive esa historia como si lo fuera.

Si analizamos nuestro desarrollo embriológico hasta llegar al momento del nacimiento, vemos que ya desde la forma de óvulo y espermatozoide estamos eligiendo. No somos un óvulo y un espermatozoide cualquiera, sino los que llevan en su información original una serie de características necesarias para que al unirse den lugar al “Ser” que será mi “Yo”, con mis patrones, mis miedos, mi carga emocional y toda la parte no consciente que ya traemos incorporada.

Si a eso le sumamos nuestra visión más espiritual de lo que es la vida, podríamos decir que esa biología, con la que nacemos, fue elegida de algún modo para que nuestro aprendizaje de vida fuera acorde a esas características que se nos dieron, con la posibilidad de elegir la mejor manera de vivirla.

Pero, aunque los genes heredados nos marquen un camino de cómo va a ser nuestro desarrollo fisiológico y psicológico, eso no está totalmente cerrado ya que, hoy en día, la epigenética demuestra que el genoma puede ser modificado por la influencia del entorno, no sólo físico o químico sino, también, y principalmente, emocional.

La primera célula que se forma en el momento de la concepción se denomina cigoto, esa primera célula se toma un tiempo que oscila entre 12 y 20 horas antes de comenzar la división celular y el desarrollo del embrión.

Las dos primeras células darán lugar a una división sincronizada entre ellas para ser cuatro y después del mismo lapso de tiempo que utilizaron para dividirse al principio, esas cuatro células formarán ocho idénticas entre sí.

El estadio de ocho células es crucial ya que marca el momento en que el genoma del embrión se activa. Aún no se sabe qué mecanismo es el encargado de activar los genes que nos hacen ser  quiénes y cómo somos. A partir de este momento aparecen los rasgos humanos y la gran pregunta, que aún no tiene respuesta, es: ¿dónde están los planos que dan la orden?

Entre 12 y 20 horas más tarde esas ocho células vuelven a dividirse para formar dieciséis, adquiriendo el aspecto de una mora, por lo que se dice que el embrión está en la etapa de mórula. Aproximadamente han pasado desde la fecundación cinco días.

En ese momento el embrión es una bola hueca en la que las células interiores darán lugar al feto y las exteriores se aplanarán y crearán una cavidad llena de líquido que dará origen a la placenta, en esta etapa se le denomina blastocito.

El embrión todavía está situado en la Trompa de Falopio, pero a partir de aquí se desplazará hacia el útero para anidar, continuando su desarrollo.

Entre la octava y la décima semana de gestación, aproximadamente, dejamos de ser embrión y pasamos a ser feto. En ese período de tiempo ya se han formado todos los órganos que tendremos, aunque sólo estén en sus primeras etapas de desarrollo y funcionamiento.

La pregunta que aún no se ha podido responder es: ¿qué activa el ADN en ese estadio de mórula para dar lugar a un individuo completo, donde cada célula sabe exactamente qué tejido tiene que formar?

Ahí entran a especular las nuevas teorías que hablan de un campo de energía que envuelve a esas células y que contendría los planos de lo que deben construir. Si el código de ADN contiene la información de lo que somos, tiene que haber una señal que provenga de fuera y que active ese código; esa señal podría ser el “campo morfogenético” del que habla el científico Rupert Sheldrake.

Por tanto, a partir de los cuatro días de la concepción es cuando se activan los receptores de las células capaces de interpretar las frecuencias de la energía que las envuelve, para activar el ADN y formarnos como seres humanos cada uno único.

Cuando nos damos cuenta de esto y tomamos conciencia, es fácil entender que los sucesos que vive la madre desde el primer momento de concebir van a marcar una impronta en el niño. En la Técnica Metamórfica y en el Masaje Celular tratamos de liberar ese patrón o plano original que puede verse fácilmente alterado por las emociones, el medio ambiente o malformaciones, que puedan venir de la concepción o aparecer por problemas en el nacimiento.

En el artículo de metamórfico que publiqué anteriormente sobre “Derribar las barreras de comunicación a través de la Técnica Metamórfica”, comentaba los tratamientos que he ido realizando a lo largo de un año a un niño con una trisomía del cromosoma 15 y a una adolescente que nació con un meningocele e hidrocefalia, corregidos a los ocho meses de gestación tras una delicada intervención quirúrgica y, además, agenesia del cuerpo calloso.

El niño, que ha cumplido 8 años en septiembre, va cambiando cada día, está aprendiendo muchas cosas y ha comenzado a leer y escribir; su comportamiento, que al principio estaba diagnosticado de hiperactivo es mucho más tranquilo, de hecho la abuela me dice que es muy obediente.

Somos varios los terapeutas que trabajamos con él y todo ha ido ayudando a que poco a poco madure.

La adolescente tiene además un problema importante de agudeza visual derivado de la falta del cuerpo calloso en el cerebro (Encargado de integrar los dos hemisferios cerebrales), se lo han diagnosticado ya correctamente, y su madre que lleva muchos años trabajando incansablemente con ella, ha encontrado una nueva forma de que aprenda, con la memoria auditiva, todas las noches después de que la niña estudie, leen lo que ha dado en la clase del día, esto hace que integre y comprenda mucho mejor todos los conceptos, y este curso, al repetir primero de bachillerato está sacando unas notas excepcionales, incluso en filosofía, un campo que requiere gran abstracción para entender conceptos como la lógica. En definitiva es una persona feliz.

Como decía Robert St. John creador de la Técnica Metamórfica, “la Vida es la gran transformadora”.

Yo me sigo preguntando como cuando tenía doce años: ¿qué sentido tiene todo esto? Y la respuesta de mi corazón es: para vivir en armonía con el mundo y con los demás, ayudar con mi trabajo y experimentar la emoción más maravillosa: “El Amor”, capaz de transformar toda la genética.

Carmen Benito.
Licenciada en Biología.
Directora del Centro de Bioestética Carmen Benito.
www.carmenbenitobioestetica.com

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